Bautizada como " La Ciudad Esmeralda", Seattle se conoce por ser una de las ciudades con mejor calidad de vida en el mundo. Este lugar, que debe su nombre al Chief Sealth, un cacique que ofreció asilo y amistad a los primeros colonizadores que llegaron a la región en 1850, se sitúa en la costa de dos lagos y una gran bahÃa llamada Puget Sound, con desiertos remotos a menos de una hora de distancia, y entre dos grandes montañas (Olympics y Cascades) que enmarcan su belleza.
Seattle: una brillante ciudad bajo la lluvia
Un ritmo propio
EpÃtome del modo de vida del norte del PacÃfico, Seattle es una moderna ciudad que al contrario que otras urbes estadounidenses destaca por su civismo y conciencia social. No podrÃa ser de otro modo en una ciudad meca del movimiento antiglobalización, cuna del movimiento grunge de principios de los noventa (con bandas como Pearl Jam o Nirvana) o que intenta, contra el culto americano al coche, incentivar el uso del transporte público. Enclavada en la bahÃa Elliot y vigilada por Mount Rainier, un espectacular volcán extinto de más de 4.000 metros surcado por decenas de glaciares, esta ciudad costera que vio nacer al genio de la guitarra Jimi Hendrix y que cuenta con escasos dÃas soleados, tiene unos animados habitantes a los que les encanta salir de noche y beber café.
Seattle: una brillante ciudad bajo la lluvia
La modernidad de esta urbe se palpa en los rascacielos de cristal del centro, dedicado a administrar la riqueza que da Microsoft y otras compañÃas de informática e internet. Entre ellos está la Space Needle que, con casi 200 metros de altura, es el lugar ideal para echar la foto. Más encanto posee la Pike Place Market, antiguo mercado con un siglo de antigüedad donde comprar artesanÃa o comer en sus tabernas. La restaurada Pioneer Square es la zona tÃpica para tomar el café. Capitol Hill es el barrio gay y centro cultural y artÃstico. El distrito U alberga la Universidad, germen de movimientos contestatarios juveniles y el Museo Burke, con sus fósiles de dinosaurios y objetos indios. Buena muestra del legado indÃgena es lo que alberga el Museo de Arte. Un museo atÃpico e interesante y uno de los principales atractivos de Seattle es el interactivo Experience Music Project, donde realizar un peculiar repaso a la historia del rock y crear tus propios ritmos.
Generando nuevos proyectos
Seattle, la villa fundada por balleneros y buscadores de oro, la meca de los deportistas, los amantes de la vela y los picnics al aire libre, despidió el milenio siendo cuna del movimiento grunge y patria adoptiva de la generación X.
La botadura de este Leviatán musical ha corrido a cargo de Paul Allen, antiguo socio de Bill Gates, beneficiario de una de las mayores fortunas del mundo y, paradójicamente, protagonista del proceso de globalización tecnológica de las últimas décadas. Allen, a falta de botella de champán, estampó contra el suelo una guitarra de hielo al más puro estilo de su Ãdolo Jimmy Hendrix, otro vecino de Seattle e inspirador del proyecto.
Hendrix, como Bob Dylan o Janis Joplin, marcaron una era musical protagonizada por las proclamas sociales de cuyas fuentes bebieron muchos de los empresarios más poderosos de hoy. Allen, a punto de convertirse en cincuentón ha querido revivir aquellos años dorados con la creación de este «homenaje musical», un proyecto que nace con la aportación de su colección privada de objetos del rey del rock y donde podrán verse, entre 80.000 reliquias, la armónica de Dylan, unos pantalones de la Joplin o los restos de la guitarra que Hendrix destrozó en el festival de Monterrey.
Seattle: una brillante ciudad bajo la lluvia
Seattle ha entrado en el siglo XXI envuelta en un aura de modernidad, pero mientras los veleros sigan llenando de lucecitas la bahÃa de Elliot al atardecer, por mucho que la guitarra de Hendrix electrice las inmediaciones de la «Sky Church», donde ha sido levantado el EMP, Seattle, seguirá provocando una sensación de familiar bienestar al viajero que llega cansado de montañas salvajes, procedente la autopista del sur.
La capital del Estado de Washington, con sus anatomÃas suaves, los deportes al aire libre llenando los parques, el tráfico domesticado y los Food Court (los chiringos de comida rápida multirracial) del barrio portuario, es una alegorÃa del «american way of life» llevada a la perfección.
Pero Seattle es también un espacio de connotaciones futuristas en la omnipresencia de empresas de alta tecnologÃa llenando de rótulos luminosos los modestos rascacielos, en la arquitectura de última generación que describe la fisonomÃa del distrito financiero y en las galerÃas de arte rezumando vanguardia. Todo ello se remata con la gran linterna panorámica («Space Needle») que domina la ciudad.
Una ciudad vanguardista
Seattle es una ciudad de vanguardia: aquà nació el grunge que luego ha quedado colapsado por la utilización que de él han hecho las agencias de publicidad y las multinacionales de la ropa y la música. Aquà se ha originado ese movimiento de protesta contra la globalización que ha arrancado adoquines en Praga para decirle a ministros y banqueros que no, que por mucho que se empeñen, no nos van a convencer de que esto es Jauja y debe haber alguna manera de que en un tiempo en el que los recursos tecnológicos son tantos y la economÃa navega a miles de nudos por hora en Occidente, no haya tantos millones de criaturas que viven con menos de un dólar al dÃa.
Seattle: una brillante ciudad bajo la lluvia
La ordenación de las calles imita a las de Manhattan, o sea que a pesar de los rascacielos no hay sensación de agobio ni caos circulatorio, aunque la lluvia es presencia constante en la ciudad. Y ello por una razón simple en la que los munÃcipes de otros lugares parecen no caer nunca: se promociona y se agradece a los ciudadanos que utilicen los transportes públicos. ¿Cómo hacerlo? Muy fácil: son gratuitos. En el Downtown de Seattle montarse en un autobús no cuesta un penique. Y para favorecer el placer del viaje, el Ayuntamiento convoca cada año un concurso de poesÃa cuyo premio consiste en publicar los textos seleccionados en las marquesinas y en el propio interior de los autobuses. Si hay detalles que pueden susurrárnoslo todo sobre una ciudad, éste puede valer.
Hay una zona en el Downtown que es de obligada visita: la Pioneer Square, allá donde se juntan los edificios con historia y sabor. Esa zona tiene el aire elegante de Boston, si le restásemos a Boston el aire remilgado. Seattle es exactamente eso: una ciudad que ha aprendido que la elegancia no tiene que ver con los remilgos. Por eso es tan grato pasear por sus calles. SÃ, son calles que hemos visto mil veces, que tampoco tienen nada de particular, salvo ese aire que es producto de los 300 dÃas de lluvia que la ciudad padece o disfruta, según. Porque aunque la meteorologÃa parezca empeñarse en jugar contra Seattle, lo cierto es que sin la lluvia, la ciudad no serÃa tan serena.
Se puede llegar a ella gracias a otro de sus atractivos evidentes: el monorrail que sale de Westlake Center, unas galerÃas arquitectónicamente irreprochables. Si a todo esto le sumamos que Seattle tiene todo lo que ha de tener una ciudad para que el ocio de sus vecinos no se convierta en mero negocio de la televisión, y que hay un bullicio irresistible en la zona de los muelles (el Waterfront), y salen ferrys cada dos minutos hacia islas que uno nunca habÃa oÃdo nombrar, y hay una magnÃfica estación de trenes (King Street Station) de donde salen los Amstrack hacia cualquier lugar, y un estadio cubierto que es otra joya arquitectónica y hay librerÃas de viejo cada tres o cuatro manzanas, y músicos callejeros que compiten con la lluvia para ponerle una banda sonora adecuada a la ciudad, y un gigante blanco al alcance de la vista (el Mount Rainer, cuyo nombre lo dice todo: es el culpable de que llueva tanto), el espectáculo está servido.
Seattle: una brillante ciudad bajo la lluvia
Uno camina por sus calles con la certidumbre de que no puede perderse, de que no corre más peligro que el de mojarse si un chaparrón lo sorprende (aunque es difÃcil que te sorprenda lejos de alguna tienda de paraguas o gabardinas: la lluvia, por supuesto, como todo, es también un negocio). Pero no es ese conjunto de espectacularidades lo que quisiera destacar de Seattle: desde luego ayudan a amar a esta ciudad, pero lo que hechiza es esa sensación de que las cosas pueden funcionar, de que sólo hace falta un poco de sensatez y una responsabilidad compartida.
Recorridos variados
Experience Music Project: Es el museo del rock levantado a golpe de talonario por Paul Allen, el número dos de Microsoft, en la ciudad que vio nacer a Jimmy Hendrix. El arquitecto Frank O. Gehry diseñó para este proyecto seis pabellones de acero, cobre y aluminio, para dar cabida a multitud de guitarras y objetos de culto en el mundo de la música. Está situado en pleno Seattle Center, un complejo de ocio con jardines y un pequeño parque de atracciones, y encajado entre el Space Needle –una macroautopista– y la Quinta Avenida.
Museo de Arte Contemporáneo: Su colección de obras no puede competir con la de otros museos norteamericanos, pero es una referencia ineludible en las exposiciones que se celebran al norte de California.
Aquarium. Otro de los orgullos de la ciudad. Para meterse en el fondo del mar sin mojarse. Cualquier autobús. No importa dónde vaya ni en qué lugar lo cojas. Da igual que se dirija desde la exquisita calle Blanchard hasta Seneca Street, o a Columbia. Lo importante es valorar la iniciativa del transporte gratuito y, sobre todo, leer los poemas premiados en ese concurso que embellece la ciudad.
Para salir en la ciudad esmeralda
Seattle: una brillante ciudad bajo la lluvia
Sit and Spin: Un singular local en el que se mezcla sala de conciertos de rock con cafeterÃa y hasta lavanderÃa. Ambiente post-grunge muy divertido.
ARO Space: Es la discoteca más moderna de Seattle. Puede escucharse un sonido techno a la última, superpetardo y muy bien seleccionado. Ambiente de lo más in, con predominio del público gay.
Crocodile Cafe: Por el dÃa, cafeterÃa tomada por neohippies. Por la noche, sala de conciertos. De hecho, es famoso porque aquà se dio a conocer el mÃtico Kurt Cobain con su grupo Nirvana. Un local de peregrinación para incondicionales del desaparecido músico.
Mount Rainier
Cerca de Seattle se alza este imponente y majestuoso volcán extinto cubierto de perpetuas nieves y surcado por casi 30 glaciares. El resto puede imaginarse: lagos cristalinos donde se refleja nÃtidamente el nevado pico y espesos bosques de conÃferas donde pasear, montar en bicicleta o disfrutar de la belleza natural de este parque nacional.